Lunes 5 de junio de 1977, 10.45 am
Si hay algún motivo por el cual me encuentro escribiendo esto, es tal vez porque en el fondo de mí ya cansado y viejo corazón, espero poder salvarme del horrible destino del cual he sido víctima. Aunque para ser franco, no tengo grandes esperanzas, he hecho hasta lo imposible para liberarme de este tormento enfermizo, y al mismo tiempo, llega un punto en la vida de un hombre en que es menester saber cuándo rendirse, saber cuándo es momento de aceptar su final por muy amargo que este fuera.
A veces me pregunto que fue exactamente lo que hice para que mi historia merezca este desenlace. No estoy libre de pecado ¿Qué clase de hombre estúpido lo estaría?, la vida es una oferta limitada, no hay que desaprovecharla y confió plenamente en que no lo hice. De hecho, hace no mucho terminé de escribir mis memorias, en ellas narro las múltiples dificultades pero también picardías de las que fui protagonista, recordando con té de limón y una cálida sonrisa todo lo que aprendí y todo lo que fui capaz de superar.
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